Erika Ender tiene algunos días disfrutando de una vacaciones por Europa, y durante su recorrido ha reflexionado sobre la vida y lo que somos.
En esta ocasión, durante su visita a un viñedo en Toscana, Italia aseguró que los seres humanos somos como el vino.
Con su analogía explicó que nuestro espíritu es la semilla de esas uvas que se cosechan en el camino de nuestros aprendizajes. Que las experiencias nos van moldeando y que al igual que las uvas, somos separados de nuestro racimo, estrujados y fermentados. Perdemos el azúcar y lloramos haciendo líquido en nuestros ojos, con las experiencias que el dolor nos hace vivir. "Nos guardamos en nuestro propio ser, hasta que aprendemos la lección de cada una de esas experiencias, que nos hacen crecer… Transformar y transformarnos. Añejamos el aprendizaje y lo volvemos sabiduría, que luego es disfrutada por el paladar de otros".
Todo tiene su tiempo. La calidad depende de que demos los pasos correctos. De que corrijamos y tengamos la madera interna que nos haga tomar el mejor sabor,
También visitó La Torrre de Pisa. "No se trata de ser perfecto, se trata de ser mejor. No se trata de no caerse, sino de levantarse cada vez más sabio y más fuerte, para no cometer los mismos errores".